Entraba el agua por la borda, soplaba el viento: y tú y yo, mojados, y fríos, nos culpábamos, nos ladrábamos: ¿es que no has visto esa ola? ¡sujeta al pequeño, que se va a caer, SE VA A CAER! Y nos íbamos perdiendo, nos perdíamos el respeto y el amor. Nos perdíamos a nosotros mismos. Y aparecían las frases no dichas, las contestaciones entre dientes; los "no me grites" y los "no te estoy gritando" y los "no te aguanto" y "lo que pasa es que no te aguantas a ti misma".
Y mientras sentía la sal en mis labios y la sed, pensaba: ¿Qué me ha pasado? ¿Por qué todo lo que yo era antes, se ha convertido en este sobrevivir? Necesito salir de esta barca y pensar, hacer algo que no sea achicar agua y sujetarnos para no caer al mar. Sería tan fácil saltar y nadar.
Miro mi barca. Esta barca es todo lo que tengo, lo que soy. Cuando pase la tormenta... ¿seremos capaces de volver a andar descalzos por la playa?
Sería tan fácil (¡tan fácil!) saltar y nadar...