Mi bisabuela jamás trabajó fuera de casa. Su trabajo era mantener el hogar y estar allí casi toda su vida. Nadie le preguntó si querría hacer otra cosa. En realidad nadie le preguntaba su opinión para nada de puertas afuera.
Mi abuela aprendió a leer sola con periódicos porque no pudo ir a la escuela. Trabajaba como una mula y le daba el dinero a su padre. Entró en el partido comunista. En la guerra fue enfermera. Fue condenada y encarcelada por ello. Bastante tiempo. Nunca me contó lo que les hicieron, pero yo sé que algo le hicieron. Al menos le robaban la dignidad: ni siquera tenían allí compresas cuando tenía la regla, ni toallas, ni nada, eso sí me lo contó. Como tenía 18 años al empezar la guerra en 1936, no había llegado a votar. Lo hizo por primera vez en 1978. Calculad. Trabajó dentro y fuera de casa, pero siempre en trabajos "fantasma". Se casó y pasó a trabajar sólo en casa. Cuando mi abuelo murió, le quedó la putamierda de pensión de viudedad, porque claro, su trabajo no había sido trabajo.
Mi madre tuvo que hacer ese maravilloso cursillo de la Falange en que te enseñaban a "ser buena mujer". Tuvo que repetir el último curso de la escuela porque era obligatoria hasta los 16 pero en esa escuela pública no había más cursos y en casa no había recursos. Fiestera de joven, cuando salía con su cuadrilla, a veces no podía entrar a algunos txokos y sociedades, por ser mujer. Ha trabajado desde los 15 años fuera de casa, cobrando una mierda, sobre todo al principio, por ser mujer. Incluso hoy en día, cotiza menos de lo que le gustaría, porque a su jefe le conviene pagar en B. Y, no nos engañemos, es la que hace todo en casa.
Yo he estudiado, he ido a la universidad. Y ahora que busco trabajo, no voy a aceptar ese 18% de menos que por lo visto, nos roban. Y pienso que debo denunciar todos los abusos que se hacen, aquí y en otros sitios. Muchos dirán que ya tenemos la igualdad, que nos quejamos por chorradas, pero yo se lo debo, les debo la lucha. Porque ellas consiguieron, a base de quejarse, de patalear, que yo ahora pueda votar, que pueda trabajar en una profesión liberal, que pueda tener opinión en una reunión. Para mí ser feminista (en el buen sentido del término) es una obligación moral. ¿Cómo voy ahora a pasar del tema? Y no pienso dejar ámbito con cabeza: ni empresarial, ni político, ni eclesial, ni sexual. Voy a por todas.
Y no hay nada como tener un hombre a tu lado, que es capaz de dar un paso atrás y dejarte espacio cuando eres quien habla, y que da un paso adelante y lucha contigo por conseguir la igualdad en derechos, en Todos los derechos, aunque sean domésticos e irrisorios para muchos. Porque un derecho es un derecho, aunque sea pequeño.
Gracias a ellos, también. Y gracias a vosotras, a nuestras madres y las madres de sus madres.
FELICIDADES.
2 comentarios:
Señora se ha equivocado de día. Este panfleto era ayer.
Ya, pero lo escribí ayer a la noche.
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