martes, septiembre 13, 2005

Fragmento

- Mi querido y joven amigo- dijo Mustafá Mond-, la civilización no tiene en absoluto necesidad de nobleza ni de heroísmo. Ambas cosas son síntomas de ineficacia política. En una sociedad bien organizada como la nuestra, nadie tendrá ocasión de ser noble ni heróico. Es preciso que las circunstancias se hagan fundamentalmente inestables para que tal ocasión pueda surgir. Donde hay guerras, donde hay juramentos de fidelidad, donde hay tentaciones que resistir, donde hay objetos de amor porque luchar o que defender, allí, naturalmente, nobleza y egoísmo tienen una explicación. Pero hoy ya no hay guerras. Se tiene el mayor cuidado de preservarse de amar a nadie demasiado. No hay juramentos de fidelidad; está uno acondicionado de tal suerte que lo que no pueda dejar de hacer es, en conjunto, tan agradable, tantos impulsos naturales se dejan manifestarse libremente, que no hay en realidad tentaciones que resistir. Y si, por una desgraciada casualidad, le pasa a uno algo desagradable, siempre queda el soma que le permite evadirse de la realidad. Siempre queda el soma para calmar su cólera, para reconciliarle a uno con sus enemigos, para volverle paciente y sufrido. Antaño, sólo podían lograrse estas cosas realizando un gran esfuerzo y tras años y años de disciplina moral. Ahora se traga una, dos o tres tabletas de medio gramo, y se acabó. Todos pueden ser buenos ahora. Pueden llevar consigo, en un frasquito, la mitad cuando menos de su moralidad. Cristianismo sin lágrimas, tal es el soma.
(...)
- Pero es que me gustan los inconvenientes.
- Pues a nosotros, no.- dijo el Inspector-. Preferimos hacer las cosas cómodamente.
- Pero yo no quiero la comodidad. Yo quiero a Dios, quiero la poesía, quiero el verdadero riesgo, quiero la libertad, quiero la bondad. Quiero el pecado.
- En resumen - dijo Mustafá Mond-: usted reclama el derecho a ser desgraciado.
- Bueno, vaya- dijo el Salvaje-: reclamo el derecho a ser desgraciado.
- Sin hablar del derecho a envejecer y volverse feo e impotente; el derecho a tener sífilis y cáncer; el derecho a tener poco que comer; el derecho a ser piojoso; el derecho a vivir en constante inquietud por lo que ocurrirá mañana; el derecho a pescar la tifoidea; el derecho a ser atormentado por indecibles dolores de todas clases.
Siguió un largo silencio.
- Los reclamo todos- dijo por último el Salvaje.

Fragmento de "Un mundo feliz". Aldous Huxley

1 comentario:

Zibuk dijo...

"Cuidado", digo, recordando estas sabias palabras del profeta: Cuidado, que vamos hacia ello.