-No soporto tus ñoñerías, tus infantiladas, tus tontos intentos de llamar la atención.
- Javi...
- No, déjame hablar. Es que no puedo contigo. Me estas amargando.
-... creo que estás exagerando.
- No, no estoy exagerando. No puedo vivir en esta agonía continua. No puedo. No vamos a ser felices. De verdad.
- Pero Javi, nos queremos. ¿No te das cuenta? ¿Qué sentido tiene dejarlo?
- Claro que te quiero, potxola. Llegó un momento en que te convertiste en parte de mi vida. Tanto como mi madre, o mi hermana. Aunque quiera, no podría sacarte de mí.
- ¿Entonces?
- Tenemos que dejarlo.
- ...
- Es lo mejor.
- Pero yo te quiero, Javi.
- Yo también, pero no me lo digas ahora. Ahora no.
- ¿Es tarde?
- Es complicado.
- El complicado eres tú.
- No llores.
- NO lloro.
- Mientes.
- Sí.
- Lo siento, me voy.
- Te echaré de menos...
- Ya, yo también, potxola. Adios.
- Adios Javi.
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