En mi sueño aparezco al borde de un precipicio, absolutamente abrupto. De hecho, sólo veo el final de la tierra, y bajo mis pies, se abre un vacío gigantesco, donde sólo cabe la oscuridad, las tinieblas. Hace frío. No sé cómo voy vestida, no es importante, pero es ligero, y la brisa, gélida, me hace estremecer. Y huele a hospital. Ese olor a esterilización, falso, carente de vida. Estoy descalza. Se me clavan unas pequeñas piedritas en las plantas de los pies. ¿Por qué estoy aquí? tal vez sea para lanzarme. Él no está cerca. Lo siento gritar, decirme que me aparte. Me llama por mi nombre a lo lejos. Pero yo sigo mirando al frente. Hace frío. ¿Cómo será lanzarse? Sentir la velocidad, el frío, la resistencia del aire. Y llegas Tú. Me agarras de la mano. Miramos juntos al frente.
Pasa el tiempo.
Lento.
Noto Tu mano en mi mano, y es cálida.
Espero.
Y todo va cobrando sentido.
No sé si eres Tú o yo, pero damos tres o cuatro pasos atrás. Y damos la vuelta.
Empieza a hacer calor y me acerco a él. Me abraza. "He tenido mucho miedo" le digo. "ya lo sé, yo también, laztana". Y le miro a los ojos. Y él sonrie: "estuvo contigo." Asiento y noto que ahora hace más calor. "Ahora ya tengo una razón más para darle las gracias".
Y volvemos a la vida. Gracias.
4 comentarios:
Tranquila nena, nunca te soltaré la mano. Soy tu gorilla.
Satrus desde luego tienes la sensibilidad de una alcachofa
Joe, que profundidad, se me ha puesto dolor de cabeza y todo...
Desde luego, mira que soys profundas las tías.
Me gusta la metáfora, creo que empezamos a conectar nena.
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